Regalale tu basura a nuestro Señor Jesús


La confesión.                                                                                      
"Él volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas.
Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados" (Mq.7, 19)

"Él volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados" (Mq.7, 19)
Decíamos en el artículo sobre el perdón que, perdonar es la manifestación más alta del amor. El perdón de Dios viene acompañado de la transformación del corazón del confeso. De aquel que le dona sus faltas al Omnipotente para ser liberado y sanado. Le recobra el tesoro de la amistad y le recupera el amor que parecía perdido. Le dota de la paz sobrenatural. En definitiva, Dios sigue creando en el confeso un corazón nuevo, fortalece su espíritu, como fruto del Espíritu Santo, que lo habilita para una existencia reconciliada, capaz de dar testimonio de servicio, justicia y amor. El sacramento de la penitencia es un “Sal fuera” de la divina misericordia, el renacimiento de Lázaro.
¿Por qué confesarse? ¿O mejor porque ir ante el sacerdote a contarle algo íntimo, sabiendo que quien lo sabe todo y quien perdona es Dios?  - pero resulta que se nos olvida que Dios ha puesto en el alma de cada quien la capacidad de discernir entre el bien y el mal. Cuando hacemos lo indebido sentimos vergüenza interior, como no ha de ser mejor acudir donde alguien que nos servirá de testigo ante el Tribunal Celestial, pues allí estará el maligno con muchos deseos de acusarnos para que perdamos la vida. El confesor es la persona que ha recibido conjuntamente la autoridad para realizar este sacramento: (Cf. Jn, 20,22-23) Este testigo ha sido enviado para salvar lo que estaba perdido (Lc.19,10) porque Dios se vale del hombre para salvar a los hombres. Testigo de una íntima alianza entre Dios y el penitente, que queda sellada para siempre por el acto sacramental.
Dice Nuestro Señor Jesús:
“...Que no tema acercarse a Mí el alma débil, pecadora y aunque tuviera más pecados que granos de arena hay en la tierra, todo se hundirá en el abismo de mi Misericordia” (758)
“Jamás rechazaré un corazón arrepentido, la miseria del pecador se ha hundido en el abismo de Mi misericordia” (1485) (santa Faustina) “Jesús, yo confío en Ti”
También es un acto donde la carne se mortifica y el alma respira. Es quitarse un peso o carga que se lleva a cuestas. Es la iglesia católica la que ha recibido directamente de nuestro Señor Jesucristo la potestad de atar y desatar. (Cf. Mt. 16, 18-19) Así lo quiso Dios y ¿quiénes somos nosotros para contradecirlo? Por razón la Fe y humildad son factores indispensables para recibir dignamente los sacramentos. Fe en la obra que va a realizar Dios por medio del sacramento y humildad porque no somos dignos, solo es por el poder y el amor que Dios tiene para nosotros. Nos acercamos a recibir los sacramentos con libertad, pero con sinceridad más allá de criterios e intereses personales.
Quiso Dios enviar a su Unigénito, haciéndose uno con nosotros para ser luz y camino, para definirnos el cómo, que en cierto modo estaba distorsionado por la tradición judía. Aunque no abolió la ley, si la rectifico y le dio plenitud, instituyo los sacramentos, que, aunque hacen beneficio físico, es más para darle vida al alma y fortalecer el espíritu. A Dios le pedimos perdón todos los días; pero por medio del sacramento de la confesión que ha sido instituida por nuestro Señor Jesucristo, complementa lo más importante para nosotros para garantizarnos la trascendencia de la vida espiritual y nos educa para la vida humana. Es el reencuentro con Dios que nos recibe como el “hijo prodigo". Este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado” (Lc. 15, 24) para devolvernos la vida y la dignidad.
Ahora bien, los actos de pecado además de ser una desobediencia a Dios, nos dice la razón que quedamos mal, allá en el interior repica un sentimiento de intranquilidad, es la voz del alma inspirada por el Espíritu Santo. Como también quien vive una vida de pecado se convierte en servidor del autor del mal, y es quien con facilidad escandaliza (azuza a otros a hacer el mal) Pero precisamente el sacramento de la reconciliación es un acto llevado a cabo entre tres: Dios, el sacerdote y quien se confiesa. A partir de este acto, regalo amoroso de Dios y por amor a Dios, Él nos da la gracia para nuestra conversión, “anda y no peque más”, es lo que nos dice el Señor en ese encuentro personal. Al ser perdonados conforme a la formula, por obra sobrenatural se nos renueva la relación personal con Dios, se nos reviste nuevamente con la protección divina, nos habilita para el crecimiento de los talentos (Dones del Espíritu Santo), nos devuelve la vida, la dignidad y la comunión con su Iglesia.
Aunque surjan pensamientos de incomodidad; la confesión, de manera adecuada tranquiliza nuestra conciencia, nos libra del sentimiento de culpa, deja el alma limpia para adquirir la salvación eterna. La confesión también, nos habilita para recibir los demás sacramentos y para obtener de Dios un beneficio natural.
Confesarse también es para ratificar con la Iglesia mi voluntad de conversión - decisión de cambio para colaborar con Dios en su plan de cambiar mi vida para darme la alegría de la gracia. Hacer consciente y apreciable el hecho de que he pasado de la muerte a la vida; que he resucitado con Cristo. Reconocer que he fracasado en el intento de ser feliz por mi cuenta; fuera del plan de Dios. Confesar mi fe en el amor de Dios, que perdona a quien se convierte de corazón. Afianzar mi entrega incondicional a Dios. Aceptar el perdón de Dios, con su gracia, su amistad y su protección. Solicitar a través del Sacerdote, la oración de la Iglesia a fin de poder mantenerme firme en el “pacto” que el señor vuelve a sellar generosamente conmigo.
El pecado es siempre algo que procede de la libertad interior del hombre. Y una ofensa a Dios
¿A qué se llama escándalo? Es poner a alguien en ocasión de pecado. Incitarlo directamente al mal. Darle un mal ejemplo.
Es omisión cuando "el bien que podemos hacer y no hacemos" (Rom. 14, 13 ss; 19 ss; 1 Cor 8,10-13) > (Santiago 4,17) (Mt. 25,6)
¿Qué es una confesión sacrílega? El que calla voluntariamente en la confesión un pecado grave, hace una mala confesión, no se le perdona ningún pecado, y además añade otro pecado terrible, que se llama sacrilegio.
¿Por qué se dice que a fin de cuentas lo que marca la mayor gravedad de nuestro pecado es la intención? Porque "la intención", entendida tanto como el "deseo expreso" con el que hacemos algo o como "la finalidad" por la que lo hacemos, es la que hace que una acción y sus circunstancias sean realmente "nuestros".

PECADO MORTAL
Destruye el principio vital de la caridad en el corazón del hombre, por una infracción grave de la ley Divina. Aparta al hombre de Dios, que es su fin último. El pecado mortal si no es borrado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Dios, y la muerte eterna siendo arrojado al infierno.
El pecado mortal se comete cuando se hace, se dice, se piensa o se omitir algo contra la Ley de Dios y/o la Ley humana; en materia grave, con plena advertencia, con pleno conocimiento, pleno consentimiento.
El pecado mortal nos lleva a la muerte eterna o infierno cuando morimos en él sin arrepentimiento, es decir, cuando marca la decisión definitiva de separarnos de forma radical y para siempre de Dios y del prójimo.

PECADO VENIAL
El pecado venial impide el progreso del alma; y quien lo comete merece penas temporales.
El pecado venial que permanece sin arrepentimiento, nos dispone a cometer pecado mortal.
El pecado venial confesado, pero sin corrección nos hace vivir una vida de pecado; se diferencia del caer.
El pecado venial no rompe la alianza con Dios. Pero nos vuelve tibios y desagradables; impide el crecimiento de las virtudes y la acción del Espíritu Santo.
Causa efectos tales como enfermar el alma exponiéndola al impedimento de la vida sobrenatural por la disposición al pecado mortal.
El pecado venial es una transgresión voluntaria de la ley de Dios en materia leve, pero pude promover lo grave, al debilitar la voluntad y la fuerza para luchar contra el pecado grave. Y al morir en pecado leve trae consecuencias penosas hasta de mucho tiempo en el purgatorio hasta purificarnos.

PASOS PARA UNA BUENA CONFESIÓN.
1- Examen de conciencia:
Consistente en recordar todos los pecados, que hemos cometido por culpa de no haber sido fuertes para evitarlo y no lo hemos confesado. Como preámbulo, nuestra conversión dura toda la vida. El examen de conciencia se hace pleno si es con la ayuda del Espíritu Santo, de tal manera que para entrar en materia debemos hablar con el amigo inseparable y pedirle esa gracia.
Oremos: Señor y Dios mío: Ayúdame a descubrir el mal que he hecho, y el bien que he dejado de hacer; Toca mi corazón para que con sinceridad me convierta a Ti. Restaura en mí tu amor para que resplandezca en mí la vida a la imagen de tu hijo Jesucristo. JESÚS hijo de Dios, apiádate de mí que soy pecador; me duele haberte ofendido y no haberte amado. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu Creador y renueva la faz de la tierra. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Para el examen debemos confrontar nuestra vida diaria con los mandamientos de Dios. Para facilidad, está dispuesto, un poco abajo, una lista adecuada, “Regálale tu basura a Jesús”
Reflexionemos con detenimiento (la omisión – la falta de caridad – y pérdida de tiempo - todos seremos juzgados individualmente y por lo colectivo. (Is. 14, 13. Gn. 19,24. Is. 1, 8. Jer.49, 18. Am. 4, 11. Mt.11, 20-24. Lc.10. 12-15).
2- Acto de contrición.
Sentimiento íntimo de Dolor y pesar que va más allá del arrepentimiento, con este se manifiesta la culpa por haber pecado y la contrición va estrictamente a la relación íntima con Dios. Es sentir sincero dolor de haber pecado ofendiendo a Dios; y detestar el pecado. (Si no cambiamos es por falta de contrición de corazón) “Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un firme espíritu… mi sacrificio es un espíritu contrito, tú no desprecias el corazón contrito y humillado.” (Cf. Sl.50)
Es el acto más importante, puesto que, sin él, no reconoceremos verdaderamente la gravedad del pecado, no se llega a una verdadera conversión, no se recupera la protección de Dios. Es el reconocimiento de la ofensa y las consecuencias que causa el pecado.
3- Propósito de conversión y de enmienda.
Es un acto firme y decidido a renunciar al pecado que nos acedia y a no volver a caer en lo mismo; estar dispuestos a evitar el pecado y a hacer reparación, cueste lo que cueste.
4- Acto de confesión.
Es decirle al Sacerdote todos los pecados que hemos descubierto en el examen de conciencia – Confrontemos (Lev 5.5) – (Sir 4.26) – (Mt 3.6) – (Mc 1.5) – (Jn 20.23) – (Hch 19.18) – (2 Cor 2.10) – (1 Tim 5.24). Esta confesión de pecados debe ser: Sincera, es imposible engañar a Dios. Completa: sin callar ningún pecado. Humilde: sin arrogancia. Prudente: con vocabulario adecuado y sin descubrir pecados ajenos. Breve: sin explicaciones innecesarias.
¿Cuánto tiempo hace que me confesé la última vez? ¿Cumplí completamente la penitencia que me impuso el Sacerdote? ¿Qué se me olvidó o que pecado grave callé en confesiones anteriores?
5- Satisfacción
Consistente en escuchar y aprovechar los consejos del confesor, cumplir la penitencia que nos impone el sacerdote, con la intención de reparar por los pecados cometidos. Es obligatorio cumplir la penitencia, porque es parte del mismo sacramento. Además, como parte de la reparación, debemos poner el dolor junto a la pasión de nuestro Señor (Cf. Col 1,24)
-Ahora cumple la penitencia. - “Vete y no peques más” (Jn 8, 11)
Asiste diariamente a la eucaristía y aliméntate espiritualmente con la comunión - El rezo cotidiano, despacio y meditado del Santo Rosario, dirigido a la persona de la Santísima Virgen María. y serás feliz
Oración mientras se recibe la absolución
Jesús, mi Señor y Redentor, YO ME ARREPIENTO de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno, propongo firmemente y con la ayuda de tu gracia no volver a pecar, y confió en que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas, y me has de llevar a la vida eterna. Amén.
Oración después de la confesión
Gracias te doy Señor por tu gran misericordia; es cierta y muy grande mi ingratitud, pero infinita es tu clemencia; merecido, me has llamado a la penitencia y me has dado tu perdón. ¡Seas alabado y bendecido Señor! De ahora en adelante quiero demostrarte mi amor y mi fidelidad.  Virgen María, madre mía, refugio de pecadores; ya que por tu intercesión maternal Dios quiso perdonarme, alcánzame la gracia de ser constante y firme en los buenos propósitos hasta la muerte. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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REGÁLALE TU BASURA A JESÚS – el eterno “Chatarrero”. (Cf. Mq.7, 18)
A quienes les perdonen los pecados les quedarán perdonados; a quienes se los retengan les quedarán retenidos. (Jn.20, 23)
Para ampliar con detalles los interrogantes aquí planteados, y por qué se consideran pecados, consulte por favor, el Catecismo de la iglesia católica, numeral 1846 al 1869.


LEA DESPACIO y MEDITE cada pregunta; por seguridad, haga una lista de sus pecados para que ninguno se le olvide cuando llegue el momento de confesarlos ante el Sacerdote.


¡AMARÁS al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas!

(Confiadamente pidamos al Espíritu Santo para poder corregir todos nuestros desordenes.)
1.- AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS

"Yo Esoy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses aparte

de mí. (Dt 5,7).

No te harás una imagen, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua bajo

 tierra.- No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: 

castigo la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos cuando me aborrecen" (Ex. 20, 2-5)

«Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente» (Mt 22,37).

”Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él sólo darás culto.” (Mt 4,10)

¿Creo en Dios?  ¿Doy testimonio de Él? ¿Tengo en El una fe y una confianza firme y completa?

¿Dudo o rechazo como verdadero lo que Dios ha revelado en las Escrituras (La Sagrada Biblia)?
¿Me he desesperado, llegando a dudar de la bondad de Dios, de su justicia, de sus promesas y de su

 misericordia?

¿He presumido de que Dios me salvará de todas maneras, aún son conversión y sin mérito?

¿He sido indiferente, despreciando la acción y la fuerza de Dios en mi vida?

¿Amo a Dios y he respondido al amor de Dios con tibieza?

¿He cultivado un enfermizo orgullo propio, que me ha llevado a odiar a Dios?

¿Le he dedicado suficiente tiempo a Dios en la oración personal y comunitaria?

¿He hecho las cosas que requieren sacrificio, - con verdadero amor - y ofreciéndoselas al Señor?

¿He cumplido en todo o en parte, alguna promesa hecha a Dios o a su iglesia?
¿He sido supersticioso, o sea que le he atribuido una importancia de algún modo mágico, a ciertas prácticas 

legítimas o necesarias?
¿He creído y/o consultado y/o usado: supersticiones, hechicerías, brujería, magia, (incluso la blanca), 
adivinos, quiromancia, “médium”, agüeros, horóscopos, cartas de naipe, “tazas de chocolate” y cosas 
parecidas; al igual que riegos, sahumerios, talismanes, “pencas de sábila”, filtros, maleficios, sortilegios, 
cábala, tarot, “carta astral”, alquimia, tabla ouija, santería, amuletos, vudú, gurúes, shamanismo, 
numerología, espiritismo, “yo soy”, necromancia, cuarzos, piedras, mantras, etc., y todo tipo de “objetos 

con poder”.  (Dt 18, 10-12; Jr 29, 8)
¿He honrado y/o reverenciado y/o adorado a una criatura (cualquiera que sea) en lugar de Dios?.  
Como por ejemplo  al dinero, al poder (o a los poderosos o famosos) al placer, o a las cosas materiales

 (como automóviles y pertenencias que se colocan por encima de todo, incluso de Dios).
¿He puesto fe, o he practicado, o me he dejado llevar por grupos, sectas o movimientos no Cristianos o que 
mezclan la verdad de Jesucristo con otras ideologías que contienen verdades, pero algunas mentiras muy 
disfrazadas por el demonio?   Por ejemplo: El poder mental, la reencarnación, la falsa metafísica, el método 
Silva, el ocultismo, el espiritismo, la astrología, el tarot, la meditación trascendental, el yoga, el gnosticismo, 
el i-chin, “los viajes astrales”, los gurús, el inside, el avance, la dianética, la medicina holística, la
 parapsicología, la sofrología; la radiestesia, la homeopatía, la acupuntura y la acuprensión cuando van 

acompañadas de prácticas esotéricas.
También la hipnosis y autohipnosis, las regresiones, la lectura del áurea, la terapia de olores y esencias
 florales, el esoterismo, la teosofía, LA MASONERÍA, el rosacrucismo, el budismo, el hare krishna, la
 “canalización de espíritus o cháneling”, el tao, el feng sui y todo lo relacionado con el “new age” o la 
“nueva era u orden mundial”.  Igualmente son movimientos o sectas no cristianas los "Mormones" y los 

"Testigos de Jehová" que no creen en Jesucristo como hijo de Dios. (2Tim 4, 3-4; 1Tim 4, 1)
¿He tentado a Dios, o sea que lo he puesto a prueba, dudando de su palabra, o de su obra, o de su 

bondad, o de su omnipotencia, o de su amor o poder?
¿He cometido sacrilegio?   O sea que ¿he profanado o tratado indignamente los sacramentos y las otras 

acciones litúrgicas, así como las personas (sacerdotes y religiosos)  las cosas y los lugares consagrados a Dios?

¿He tratado sacrílegamente LA EUCARISTÍA?

¿He comprado o vendido artículos religiosos bendecidos?

¿He sido ateo, o materialista práctico (agnóstico), he rechazado o negado la existencia de Dios?

¿He orado muy poco o casi nada, olvidándome de ofrecerle al TODO PODEROSO mi trabajo amoroso y de

 darle gracias en oración al levantarme, al acostarme, y al recibir los alimentos?

¿Me he acercado indignamente a recibir algún sacramento?
2.  NO JURAR SU SANTO NOMBRE EN VANO

“Porque el Señor no dejará sin castigo a quien pronuncie su nombre en falso.”. (Ex 20, 7; Dt  5,11; Lv 19,12) 

Ustedes, también, han oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y cumplirás tus juramentos al 

Señor. “Pero yo les digo que no juren en absoluto: ni por el cielo, que es trono de Dios;”. (Mt 5, 33-34)

¿He empleado el nombre de Dios en cosas diferentes a Alabarlo, Bendecirlo y Glorificarlo?
¿He abusado del nombre de Dios, es decir, he usado inconvenientemente el nombre de Dios, o de 

Jesucristo, o de Virgen María, o de algún Santo? la Santísima
¿He hecho promesas a otras personas en nombre de Dios, comprometiendo el honor, la fidelidad, la

 veracidad y la autoridad divina?  ¿He sido infiel a esas promesas?
¿He blasfemado; o sea que he proferido contra Dios –interior o exteriormente- palabras de odio, de

 reproche, o de desafío?

¿Me empeño en profundizar y nutrir mi vida de fe?

¿He injuriado a Dios, faltándole al respeto en las expresiones?

¿He jurado en falso, sin necesidad, sin prudencia, o por cosas de poca importancia?

¿He perjurado, o sea que he hecho una promesa que no tengo intención de cumplir?

¿He jurado hacer algún mal? ¿He tratado de reparar el daño que haya podido seguirse?
3.  SANTIFICAR LAS FIESTAS

“ Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, Pero el día séptimo es día el día séptimo es un día de 

descanso, dedicado al Señor, tu Dios No harás ningún trabajo” (Ex 20, 8-10; Dt 5, 12-15)

“El Sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del Hombre es 

Señor. también del sábado” (Mc 2, 27-28)

¿He trabajado o he hecho trabajar sin necesidad urgente o para la familia, en día de precepto?
¿He utilizado mi tiempo del día del precepto, en actividades indecorosas u otras diferentes al compartir

 familiar y crecimiento espiritual?  
Estudio de las Sagradas Escrituras, reflexión, meditación, cultura, etc., que favorecen el crecimiento

 de la vida interior, familiar y cristiana?

¿He faltado deliberadamente a la celebración eucarística (La santa Misa) de algún domingo o día festivo?
¿Me he distraído voluntariamente durante la Eucaristía, y/o he asistido físicamente, pero con el “corazón y

 la mente en otro lugar”?
¿He observado la abstinencia los viernes de cuaresma?   ¿He ayunado el miércoles de ceniza y el viernes 

santo?

¿Me he confesado al menos una vez al año?   ¿He hecho penitencia y ayuno por mis pecados?

¿He guardado la disposición del ayuno una hora antes del momento de comulgar?

¿Me he confesado lo antes posible, después de cometer algún pecado mortal?

¿He ayudado a la Iglesia en sus necesidades, en la medida que puedo?
Hasta aquí los mandamientos son referentes a nuestro AMOR a Dios.  En adelante, los mandamientos nos
 piden AMAR a los demás y a nosotros mismos. ¡AMARÁS a tu prójimo como a ti mismo!
4.  HONRAR A PADRE Y MADRE

“Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor tu Dios, te va a 

dar” (Ex 20, 12).

“Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre”, 

 tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa: “para que seas feliz, y se prolongue la vida 

sobre la tierra” (Ef 6, 1-3; Dt 5, 16)
Examen como HIJOS

¿He irrespetado a mis padres?  ¿He tenido sinceras actitudes de gratitud y amor por ellos?

¿He desobedecido a mis padres o superiores en cosas importantes?
¿He tenido un desordenado afán de independencia, que me lleva a recibir mal las indicaciones de mis 
padres, simplemente porque me lo mandan?   ¿Me doy cuenta que esta reacción esta causada por la 

soberbia?

¿Los he amenazado o maltratado de palabra o de obras, o les he deseado algún mal grave o leve?
¿He dejado de ayudarle a mis padres en sus necesidades espirituales o materiales, pudiéndolo hacer,

 esforzándome?
¿Me enfado y peleo con mis hermanos y compañeros?  ¿He dejado de hablarme con ellos, y no pongo los

 medios necesarios para la reconciliación?
¿He dado mal ejemplo a mis hermanos o compañeros; y he sido egoísta o envidioso, queriendo siempre 

sobresalir, tener razón, etc.

¿Me dejo llevar por el mal genio y me enfado con frecuencia sin motivo justificado?
¿Me he sentido responsable ante mis padres del esfuerzo que hacen para que yo me forme, estudiando 

con intensidad, y cumpliendo con todo en el plantel educativo?
¿Respeto toda autoridad a la que estoy sometido, y miro a estos superiores como representantes de Dios 

ministros de sus dones? (Rm 13, 1-2)
Examen como PADRES
¿He degradado el amor conyugal a una simple e irresponsable procreación de hijos, sin importarme ni hacer

 algo por la educación moral y la formación espiritual de dichos seres fecundados?

¿He dado mal ejemplo a mis hijos, no cumpliendo con mis deberes religiosos, familiares, o profesionales?

¿He corregido a mis hijos siempre con firmeza, con justicia y con amor, por su bien?
¿He cumplido la responsabilidad de evangelizar a mis hijos desde la primera edad, enseñándoles los 

misterios de la fe, mediante el testimonio de vida cristiana de acuerdo con el Evangelio?

¿He prevenido e instruido a mis hijos sobre las malas compañías, enseñándoles los peligros?

¿Los he forzado a recibir algún sacramento, sin la debida preparación?
¿He impedido que mis hijos sigan la profesión o vocación que Dios les indica y desea para ellos; les he

 puesto obstáculos o los he aconsejado mal a propósito?

¿Permito que estudien o trabajen, en lugares donde corre peligro su alma o su cuerpo?

¿He tolerado escándalos o peligros morales o físicos entre las personas que viven en mi casa?
¿Procuro hacerme amigo de mis hijos?   ¿Les doy a conocer cómo es el origen de la vida, acomodándome a 

su mentalidad y capacidad de comprensión?

¿En la familia, me enojo con facilidad, y me falta la amabilidad que expreso con extraños?

¿He reñido con mi cónyuge?  ¿Ha habido malos tratos de palabra o de obra?

¿He abandonado parcial o totalmente a mi cónyuge y/o a mis hijos o padres?
¿He dejado de ayudar en las necesidades espirituales o materiales a las personas que me rodean; pudiendo

 hacerlo aun- con esfuerzo?

¿He procurado ganar lo suficiente, y no malgastarlo, para poder mantener dignamente a mi familia?
¿He elegido un establecimiento educativo, donde BIEN se nos ayuda, en la tarea de educar cristianamente 

a nuestro (s) hijo(s)?
¿En el trabajo o en otra actividad, he ordenado o establecido cosas contrarias a la dignidad de las personas 

y a la ley natural?
5.  NO MATAR (Dt.5,17)

“No mataras” (Ex 20, 13) - “Habéis oído que se dijo a los antepasados: “No mataras”; y aquel que mate, será 

reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el

 tribunal” (Mt 5, 21-22)
La vida humana es sagrada.  ¿He matado?   ¿Me he atribuido el derecho de matar de modo directo y 

voluntario a un ser humano; sea el que sea?

¿Le he hecho a alguna persona, algo, con intención de provocar indirectamente su muerte?

¿Le he negado la asistencia a cualquier persona en estado de peligro?
¿He llegado a herir a alguien? ¿He conducido irresponsablemente cualquier vehículo, colocando en riesgo 

mi vida  y la de los acompañantes?
¿He participado indirectamente y con conocimiento previo en cualquier acto donde se asesine alguna 

 persona, y no he puesto mi total empeño para prevenirlo?
¿He participado directa o indirectamente en algún aborto provocado? (Jr 1,5). (Se incurre en excomunión, asi

 la Iglesia, manifiesta la gravedad de este crimen).
¿He practicado la eutanasia, o sea, que he puesto fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o 

moribundas, o he consentido ayudado a ello por acción o por omisión?

Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado..... ¿He intentado suicidarme?

¿He colaborado voluntariamente en el suicidio de alguien?
El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otro a hacer el mal. El que escandaliza se
convierte en tentador de su prójimo; y puede ocasionarle la muerte espiritual..... Por acción o por omisión

¿He escandalizado a alguien arrastrándolo a una falta grave, o sea, haciéndolo pecar? (Tm 18,6)
¿Considero mi cuerpo como un “valor absoluto”, llegando a sacrificar todo a él, o he llegado a idolatrar la 

perfección física y el éxito deportivo en un relativo “culto al cuerpo”?

¿He abusado de la comida, del alcohol o licores, del tabaco o del cigarrillo, o de las medicinas?
¿He usado drogas o sustancias alucinógenas?   ¿He producido, o traficado o negociado con sustancias 

 que contrarias a la ley moral? incitan a prácticas graves?

¿He utilizado mensajes subliminales para dominar la voluntad de las personas?
¿He puesto en peligro mi salud mental y espiritual, al querer distraerme con música que contiene mensajes 
subliminales que incitan a prácticas de violencia, rebeldía, y otras contrarias al verdadero amor que invita

 a practicar Jesucristo?

¿He participado directa o indirectamente en secuestros, actos de terrorismo o torturas?

¿He participado en amputaciones, mutilaciones, o esterilizaciones forzosas a personas inocentes?
¿He ayudado a los moribundos a permanecer dignamente sus últimos momentos, acompañándolos en 

oración, y cuidando que reciban a tiempo los sacramentos?

¿Tengo en mi corazón un deseo de venganza por el mal que me han causado? (Mt 5,22)
¿Siento odio, rencor o resentimiento por alguien; le he deseado el mal? ¿Quiero sanarme de esos 

sentimientos? (Mt 5, 44 – 45)

¿He evitado todo conflicto, pelea o guerra? Anteponiendo el amor (Cf. Mt. 22,39)
6.  NO COMETER ACTOS IMPUROS

“No cometerás adulterio” (Ex 20,14;  Dt 5,18) 

No desearas la mujer de tu prójimo… Cf. Dt.5,21)

Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio “Pues Yo os digo: Todo el que mira a una mujer 

deseándola, Ya cometió adulterio con ella en su corazón. (Mt 5, 27 – 28)
¿Me he dejado dominar por las pasiones? (Para dominar las pasiones se requiere primero que todo, 
contar con la gracia de Dios, y hacer un esfuerzo reiterado en todas las etapas de la vida.  Se requiere 
también la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales, y en espacial, la

 fidelidad en la oración)
¿He faltado a la castidad por lujuria? (Deseo o goce desordenado del placer sexual)  ¿Por masturbación? 

¿Por pornografía? (actores, comerciantes, publico).
¿He mal usado los adelantos tecnológicos como la Internet, para charlas impuras, y acciones que llevan al 

vicio de la lujuria?

¿Me he percatado que a través del mal uso de estos medios hago pecar a otros?

¿He fornicado?   (Acto sexual entre hombre y mujer no vinculados en matrimonio sacramental)
¿He manchado mi cuerpo en la prostitución? ¿Vendiendo o comprando placer? ¿Propicio la prostitución o 

negocio con ella?
¿He forzado o agredido con violencia la intimidad sexual de una persona (incluso cónyuge)   ¿He cometido 

incesto?
(Relación sexual o violación cometida por los padres o educadores con los niños a su cargo)  ¿He cometido 

“pedofilia”? (Relación sexual con niños)

¿He tenido relaciones carnales homosexuales?  (Rm 1, 24–27;  1Co 6,10;  1Tim 1,10; Gn 19, 1-29)
Si tengo tendencias homosexuales instintivas..... ¿He unido en oración mis dificultades al sacrificio de la 
cruz de Cristo, buscando siempre la práctica de la castidad, mediante el dominio de sí mismo, y ayudado 

mediante la gracia sacramental en la práctica constante de la comunión y demás sacramentos?.
Esposos

¿He sido completamente fiel en mi matrimonio? (Mt 5,32; 19,6; Mc 10,11; 1Co 6, 9-10; 1Co 6, 9-10; Os 2,7)

¿He roto, el libre contrato matrimonial con el divorcio?  (Mc 10, 9)
¿He vivido en poligamia?  ¿He dejado esas relaciones conyugales ilícitas?  ¿Estoy cumpliendo con los 

deberes contraídos con esa(s) mujer(es) y los hijos?

¿He tenido relaciones carnales cometiendo el grave incesto? (1 Co 5, 1 4-5;  Lv 18, 7-20)
¿He vivido en unión libre? O ¿He vivido en concubinato o en unión a prueba?

No tengo hijos, y ¿He evitado la fecundidad en mi matrimonio?
¿He usado métodos anticonceptivos diferentes a los que exige una continencia periódica (parar las 
relaciones sexuales por pocos días) y una auto observación; permitiendo así utilizar el recurso de los 

períodos infecundos?
(Son contrarios, por ejemplo: condones, pastas, espumas, óvulos, inyecciones, y todo tipo de fármacos 

anti- ovulantes, etc.)
¿He usado o propiciado métodos anticonceptivos micro abortivos que obligan a salir del útero el feto ya

 fecundado en las trompas - o el uso de objetos físicos que se introducen en el útero?
¿He utilizado técnicas reprobables de fecundación artificial, o de esterilización directa (ligadura de

 trompas, vasectomía)

¿He practicado el onanismo? o ¿el coito interrupto? (ver Génesis 38, 9-10)

¿Trato mi cuerpo y el cuerpo de los demás como templo del Espíritu Santo? (Cf. 1 Co. 6,19)
7.  NO ROBAR
“No robarás” (Ex 20, 15; Dt 5, 19) (Mt 19, 18)

¿He tomado, retenido o cogido injustamente cualquier bien ajeno, contra la voluntad de su dueño?

¿He defraudado, engañado o estafado a alguien en algún negocio o actividad mercantil?

¿He pagado salarios injustos, que no estén de acuerdo al desempeño de la persona?

¿He elevado los precios de mis bienes, especulando con la ignorancia o las necesidades ajenas?
¿He participado de alguna manera en la corrupción, mediante la cual se trata de cambiar el proceder 

correcto, por el que más convenga?

¿He trabajado mal?, ¿he robado tiempo en mi trabajo?, ¿he defraudado a mis patrones?
¿He defraudado físicamente al Estado, en los impuestos justos y razonables que se revierten en beneficio 
de la comunidad? (ver justicia conmutativa y justicia distributiva 2409 – 2413 del Catecismo de la

 Iglesia Católica)

¿He falsificado documentos o utilizado actos engañosos?
¿He despilfarrado mis bienes o los que he tenido a cargo? ¿He gastado en exceso o en cosas suntuarias,

 buscando desmedido placer o prestigio?

¿He causado daño a las propiedades o bienes públicos o privados?
¿He incumplido promesas o contratos moralmente justos?  ¿He faltado sin justa causa en contratos 

comerciales, de compra o venta, de arriendo o de trabajo etc.?

¿He apostado injustamente, o he hecho trampas en juegos de azar, causando perjuicio?

¿He invertido en mascotas, sumas de dinero muy altas, que ayudarían a remediar mejor la miseria humana?

¿He hecho sufrir inútilmente a algún animal?  ¿He sacrificado sin necesidad la vida de algún animal?
Al trabajar,  ¿He colocado el lucro personal como la norma exclusiva y el fin único de mi actividad 
económica; olvidándome de los derechos fundamentales de mis trabajadores o compañeros, y 
olvidándome de realizar mi trabajo como servicio a los demás?  “No podéis servir a Dios y al dinero” 

(Mt 6, 24;  Lc 16, 13)

¿He ayudado con amor a los pobres? ¿He practicado las obras de misericordia y la caridad?
8.  NO LEVANTAR FALSO TESTIMONIO NI MENTIR (Cf. Dt.5,20=

“No darás testimonio falso contra tu prójimo” (Ex 20, 16)

“sea vuestro lenguaje “Si, si”; “No, no”: que lo que pasa de aquí viene del maligno” (Mt 5, 37)

¿He dicho mentiras?  ¿He dicho mentiras con la intención de engañar? (Ef 4, 25)

¿He dado un falso testimonio públicamente? (Pr 19, 9)

¿He cometido “perjurio”, o sea, he dicho bajo juramento cosas contrarias a la verdad?

¿He dañado la reputación de alguien, con actitudes o palabras injustas?
¿He enjuiciado (o juzgado) un defecto moral del prójimo, incluso tácitamente, sin tener fundamento 

suficiente para realizar dicho juicio?
¿He cometido “maledicencia”, o sea, que sin razón objetivamente válida, he manifestado los defectos y

 faltas del prójimo a otras personas que no conocían dichos defectos? (Si 21, 28)

¿He calumniado, mediante palabras contrarias a la verdad, dañando la reputación de otros?
¿He halagado o adulado -a otra persona-, en la malicia de sus malos actos, y en la perversidad de su 

conducta, haciéndome cómplice de vicios y pecados graves?

¿He faltado contra la verdad por vanagloria o jactancia; o por ironía?
¿He faltado, al revelar los secretos profesionales?;  ¿O al no guardar las confidencias hechas bajo 

secreto? (Si 22, 22)
¿He escuchado conversaciones contra la voluntad de los que la mantenían?  ¿He abierto o leído 

correspondencia u otros escritos contra la voluntad de sus dueños?

¿He hablado mal de los demás; con el pretexto de que me contaron o de que se dice por ahí?
9.  NO CONSENTIR PENSAMIENTOS NI DESEOS IMPUROS, y NO DESEAR LA MUJER DEL PRÓJIMO. (Dt.5, 21)

“No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su

 buey ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo” (Ex 20, 17)

“El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mt 5, 28)
¿He aborrecido la concupiscencia de la carne, es decir, he rechazado ese deseo o apetito sensible de la 

carne que lucha contra el espíritu? (Ga 5, 16-17 24; Ef 2, 3)

¿He orado para alcanzar de Dios la gracia de la pureza y la limpieza de corazón?
¿He luchado por la pureza de la mirada exterior e interior (imaginación); mediante el rechazo de toda 

complacencia en los pensamientos impuros? “la vista despierta la pasión de los insensatos” (Sb 15, 5)
¿He faltado contra el pudor del cuerpo, que es modestia y discreción; así como contra el pudor de los 

sentimientos?
¿Me he dejado llevar por las presiones de la moda, usando públicamente vestidos o prendas que excitan 

sensualmente a personas del otro sexo, y causan miradas, deseos y/o pensamientos indecorosos?

¿He participado de alguna manera en pornografía, o en actos o espectáculos exhibicionistas?
¿He mal usado el Internet, la televisión u otros medios de comunicación para charlas o “distracciones”

 que llevan a deseos, pensamientos, y/o actos impuros?

¿He irrespetado y/o lesionado el pudor de niños o adolescentes?
10. NO CODICIAR LOS BIENES AJENOS
“No codiciarás nada que sea de tu prójimo” (Ex 20, 17)

¿He codiciado o deseado enfermizamente los bienes ajenos?
¿He caído en la avaricia, o sea la pasión inmoderada por las riquezas materiales, y el poder sobre ellas? 

 “el ojo del avaro no se satisface con su suerte” (Si 14,9)

¿He deseado un mal grave al prójimo?
¿He sentido envidia, o sea, he sentido como “tristeza” ante el bien o el triunfo de los demás, y un deseo

 desordenado de poseer u obtener lo mismo, aunque sea en forma indebida?
¿He estado muy apegado a las cosas terrenales (dinero, vehículos, casas, terrenos, computadores etc) 

y ocupo casi todo mi tiempo en acumular esas “cosas materiales”?
PECADOS DE OMISION: Lo que pude haber hecho y no lo hice.

PECADOS DE FALTA DE CARIDAD: Observemos cuantos necesitados están a nuestro alrededor.

PECADOS DE TIEMO PERDIDO: En cambio si, cuanto gloria he dejado de dar a Dios.
MANDAMIENTOS DE NUESTRA IGLESIA – ¿He dejado de cumplirlos?

1. Oír misa los domingos y fiestas de guardar

2. Confesarse cuando menos una vez al año, o cuando se ha de comulgar y no se está en gracia.

3. Comulgar por Pascua de Resurrección.

4. Ayunar  y  abstenerse  de  comer  carne  cuando  lo manda la Iglesia.

5. Contribuir  al  sostenimiento  de  la  Iglesia  según posibilidades de cada uno.
PECADOS CAPITALES.
1°  Soberbia: más grave que el egoísmo, el orgullo y que la ira. Pensar sólo en sí mismo y en los propios

 intereses.

2° Avaricia: amor desordenado de los bienes materiales. No ponerlo al servicio de los demás

3° Lujuria: apetitos carnales, ideología del género. Sexto y Noveno Mandamiento de la ley de Dios.

4° Ira: no contener el impulso de hacer daño o de venganza, odios y rencores. No perdonar ofensas.

5° Gula: apetito desordenado en el comer y el beber, por placer.

6° Envidia: manifestar tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee.

7° Pereza: decaimiento del ánimo en el buen obrar. Flojera. Perder el tiempo que es de Dios

  Que el Señor le de paz, crecimiento espiritual y prosperidad.


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El perdonar es vivir para Dios.